Ausente durante mucho tiempo en los ámbitos del cine o del teatro, por ejemplo, la noción de consentimiento ahora ya empieza a salir a la luz. Aunque se trata de algo primordial en las relaciones íntimas sólo surgió en las conversaciones a partir los años 80. Sin embargo, en la esfera de la sexualidad, ya se trate de fiestas liberales, de coqueteo o de vida en pareja, el consentimiento es uno de los principios básicos. Además del respeto del cuerpo, impone a los compañeros respetar la decisión del otro en todo momento, independientemente de las circunstancias o de la situación. Se puede establecer un contrato de consentimiento de relaciones sexuales de forma oral para asegurarse de que todos los participantes estén de acuerdo con lo que va a suceder en la intimidad. 

El concepto de consentimiento en las relaciones sexuales  

Si el consentimiento sexual está regulado por leyes específicas o por un código especial en algunos países, resulta ser un auténtico desafío político, jurídico y social (casi) en el mundo entero. Las preguntas sobre los derechos, las psicologías y las sociologías en torno a esta noción dan lugar a diferentes análisis.   

Consentir es dar su consentimiento. El concepto de consentimiento libre e informado es crucial en muchos ámbitos, incluso en las relaciones íntimas. Debe ser claro siempre, ya sea expresado con palabras o gestos, o algún contrato verbal. Del mismo modo, es revocable en cualquier momento. A partir de la expresión del rechazo, el otro, estéis o no en pareja, debe cesar toda actividad sexual, de lo contrario, está cometiendo una agresión sexual.  

El consentimiento no se refiere únicamente a la penetración

El consentimiento sexual no sólo se refiere a la penetración, sino a todas las actividades que tienen que ver con la intimidad. Un beso robado, una caricia no deseada, una proximidad física no deseada… también pueden ser considerados como agresión, violencia o acoso sexual. De la misma manera, una mujer o un hombre, puede aceptar un beso y negarse hacer algo más, aceptar juegos sexuales en pareja y cambiar de opinión, disfrutar del momento y unos minutos más tarde, querer parar, ir a un club liberal, excitar un poco a los participantes y finalmente decidir no participar en los juegos sexuales, ya sean íntimos o colectivos. El sexo y sus actividades deben basarse siempre en un consentimiento mutuo.   

Del mismo modo, a veces enviar mensajes con carácter sexual – como fotos o videos de sus genitales, o mensajes explícitos, pueden dar placer y aumentar el deseo sexual. Sin embargo, si no se aceptan, se consideran como acoso sexual. Estas imágenes (los “nudes” o los “dick pic”) y estos mensajes (el “sexting”) no deben ser impuestos, es necesario pedir el consentimiento previo, antes de enviarlos. Información ignorada y primordial. También está prohibido publicar fotos o videos en redes sociales sin permiso. 

El consentimiento debe ser libre e informado

Para poder consentir algo, las mujeres y los hombres deben poder comunicarse sobre sus expectativas, límites y deseos. Si una persona está dormida, inconsciente o bajo los efectos de las drogas o del alcohol, no está consentida, porque su elección no es libre ni informada.  

Los cuatro pilares del consentimiento  

1/ Informado: las parejas deben informarse sobre las prácticas sexuales, si una persona omite voluntariamente u oculta un acto (por ejemplo, quitarse el condón entre dos posiciones sexuales). Esta práctica, conocida como stealthing, constituye una violación grave del consentimiento.  

2/ Específico: se aplica a ciertos actos, pero no a todos. Es importante respetar los límites y pedir el consentimiento, antes de practicar un acto sexual o para tocar zonas erógenas.   

3/ Reversible: se puede retirar en cualquier momento, se puede consentir una relación sexual un día y no querer practicarla al día siguiente.   

4/ Entusiasta: la relación debe ser deseada, el “sí” debe ser entusiasta y no vacilante. 

 Resumen de los principios del consentimiento

  • El consentimiento se da libremente, sin coacción externa, como manipulación, presión, amenazas o miedo durante el acto sexual.   
  • En las relaciones, cada individuo tiene que estar de acuerdo con lo que va a suceder. No puede ser expresado o delegado por otra persona.  
  • Una persona que esté dormida, inconsciente, que haya consumido en exceso alcohol o estupefacientes no puede dar su consentimiento claro, libre e informado.  
  • Podrá revocarse en cualquier momento. Decirle que sí a algunos gestos y no a otros, cambiar de opinión, el consentimiento no es lineal, puede darse y luego retirarse sin tener que explicarlo.  

Recordatorio de la ley relativa al consentimiento sexual  

Todo acto sexual – tocamientos, caricias, penetraciones – ya sea realizado con violencia, coacción, amenaza o sorpresa, está prohibido por ley orgánica. Estas agresiones se sancionan penalmente. El consentimiento con respecto a la sexualidad en España se define en el artículo 178.1 del Código Penal: “Sólo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona”. Además, todo acto de penetración sexual mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa es una violación, un delito según los artículos 178 a 180 del Código Penal Español. 

En España, la edad de consentimiento de los actos sexuales para menores era de 13 años. La reforma del Código Penal de 2015 elevó dicha edad de consentimiento sexual a los 16 años. La Ley Orgánica 10/2022 del 6 de septiembre, conocida como la ley de “solo sí es sí”, considera los actos sexuales cometidos contra menores de 16 años como un delito castigado con ocho a doce años de prisión. Concretamente, toda relación sexual entre un menor de 16 años y una persona mayor de edad constituye una violación, un delito castigado con una pena de prisión. 

Así, en caso de incumplimiento del consentimiento, violencia sexual y/o violación, la víctima puede presentar una denuncia ante la policía o la guardia civil. No se le exigirá a esta víctima ningún certificado médico o documento de salud para hacer una denuncia.  

Cómo dar el consentimiento

El consentimiento, con un contrato de sexo, se da de manera directa y verbal. En el sexo, durante un acto, la discusión no tiene que ser larga, se puede expresar diciendo frases afirmativas “quiero” o “lo intentamos”, con una reacción positiva “me gusta”, “puedes continuar” o no verbalmente, asintiendo con la cabeza para que su pareja continúe. Sin embargo, esta última forma de proceder puede ser malinterpretada o ignorada. 

Para asegurarse de que uno tiene el consentimiento de su pareja y no cometer violencia o violación, basta con preguntarle e interesarse por sus necesidades, su lenguaje corporal y su humor. Durante el sexo, asegúrate de que tu pareja está de acuerdo con lo que está pasando: pregúntale si está bien, si quiere continuar, recuérdale que puedes parar en cualquier momento. Asimismo, préstale atención a las señales no verbales: si tu pareja está silenciosa, distante, incómoda, déjalo todo y comprueba que todo está bien, que consiente esta relación sexual.  

¿Cuándo se empezó a hablar de consentimiento sexual?

El concepto de consentimiento tardó mucho en aparecer. Habrá que esperar hasta finales de los años 70, para que sea difundida por Gisèle Halimi. Como consecuencia de ello, los derechos empezaron a cambiar, a finales de los 80. Luego se promulgó una ley que amplía la violación a todas las formas de penetración.  

Muchas luchas fueron necesarias para liberar la opresión de la que han sido víctimas las mujeres para que por fin emerja esta noción de consentimiento. Hasta entonces, las mujeres eran reducidas a una sumisión bajo tutela masculina.   

La analogía de la taza de té

Los ingleses imaginaron una analogía sobre el consentimiento, para difundir este concepto y sensibilizar a los jóvenes sobre los abusos sexuales, ya sean niños o adolescentes. También sirvió de recordatorio para los adultos. En una breve animación que se visionó miles de veces, se ve a dos amigos, uno de los cuales le ofrece al otro tomarse un té. Puede que el segundo se ponga contento ante esta propuesta, como puede dudar si le apetece o no. Esta primera persona puede preparar un té desde el corazón, el afecto y la atención que merece. Pero la segunda puede decidir no beberlo. Está libre hacerlo o no, y no se le puede obligar a consentir o tomarse un té que finalmente no quiere, incluso si esta actividad le gustaba en otro momento. Se trata de una manera diferente de hablar de esta noción, indispensable en la educación de todos.   

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